El emotivismo ético es una corriente metaética que afirma que los juicios de valor no afirman nada sobre algún objeto externo (como la acción evaluada) o interno (como el estado personal de ánimo): sólo expresan ciertas emociones. Adviértase que expresar no es lo mismo que afirmar: así expresar un dolor (usualmente con un "Ay!") es distinto que afirmar que se lo siente. Al no ser afirmaciones, los juicios de valor no son ni verdaderos ni falsos; por lo tanto carece de sentido hablar de verdades morales o de un conocimiento moral. Su función es expresar emociones o persuadir a los demás para que sientan lo mismo. Al interpretar el lenguaje moral en términos sentimentales, el emotivismo no admite criterios racionales para determinar la validez de los juicios de valor.
Esta teoría considera que los juicios morales surgen de emociones.Dicha teoría defiende la inexistencia de un conocimiento
ético. David Hume es uno de los principales
defensores de esta teoría.
Según esta teoría la función de estos juicios y normas morales es la de
influir en los sentimientos y la conducta del interlocutor.
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